Vivimos vidas intensas donde las listas de pendientes son eternas y las exigencias personales y del
mundo son muchísimas. Queremos hacerlo todo y bien, y lamentablemente o afortunadamente
eso no es posible, entonces nos frustramos, no nos sentimos lo suficientemente buenas/os o nos
angustia no poder llegar a todo como quisiéramos. Somos seres maravillosamente imperfectos y
como tales tenemos que aprender a conocernos y a respetarnos, tal y como somos.
Pasamos mucho tiempo atrapados en el pasado o planificando o temiendo al futuro. Y es ahí
cuando no estamos aquí para nosotros y gastamos mucho tiempo y energía lejos de este
momento presente. Que es lo único que realmente tenemos.
Gracias a la práctica de la meditación vamos conectándonos cada vez más con nosotros. Aquí la
respiración nos ayuda, hace de ancla, trayéndonos al momento presente y une como un puente
nuestra mente con nuestro cuerpo, aquí y ahora. Así vamos descubriendo cuales son esos
obstáculos que no nos permiten estar en el presente y nos vamos liberando de ellos.
La meditación nos va transformando en los mayores observadores de nosotros mismos.
Empezamos a observarnos mucho más, y nos damos cuentas que no somos nuestros
pensamientos ni nuestras emociones, sino que lo que está detrás de ellos. Vemos como aparecen,
de que se tratan y como se van, así vamos aprendiendo a observarlos y a no quedarnos atrapados
en ellos.
Al mismo tiempo podemos ver nuestros sufrimientos y dejar de querer esconderlos, sino que ir en
profundidad a descubrir cuál es la raíz de ellos.
Esta capacidad de observación que vamos desarrollando nos lleva a descubrir de qué forma
pensamos, o cuales son nuestros pensamientos recurrentes, nos permite conocernos más y elegir
cuales pensamientos realmente valen la pena y cuales es mejor dejarlos ir.
Conocer como pensamos, lo que nos preocupa, o lo que nos hace sufrir, y poder observarnos en
profundidad. Nos lleva a poder conocernos más y entendernos con amor. Y así gracias a esto
vamos siendo cada día más conscientes de nosotros mismos, y vamos calmando nuestras
ansiedades, sanando nuestros dolores y enfrentando nuestros miedos.
Gracias a todo esto que vamos logrando con la práctica de la meditación y a la mágica energía de
la atención plena, es que vamos viviendo más en calma, en más armonía con nosotros y con el
mundo, y así finalmente más felices. Mas presentes aquí y ahora.
Un abrazo grande,
Mery